gloria de Dios en el cielo,
y bendición para los que te invocamos en la tierra:
¡Divino san Expedito!
Sin atender a nuestros desméritos
y sólo confiados en tus merecimientos,
y lo que es más, en lo infinito
de la preciosísima sangre de Jesucristo,
humildemente te pedimos nos alcances
una fe humilde y abundante en buenas obras
y verdaderos frutos de vida eterna,
y verdaderos frutos de vida eterna,
y una esperanza firme que jamás desfallezca,
aún en medio de los trabajos y
de las más amargas penas,
de las más amargas penas,
una ardiente caridad que día a día
nos inflame más y más en el amor divino
y nos haga ver en el prójimo un hermano
y nos haga ver en el prójimo un hermano
y verdadera imagen de nuestro buen Dios.
Que en todos nuestros pensamientos,
palabras y obras no busquemos,
sino la gloria de dios.
Que jamás nos apartemos de la enseñanza
Que jamás nos apartemos de la enseñanza
de nuestra santa madre, la iglesia,
que siempre veamos en el Supremo Pastor
al representante de Jesucristo en la tierra.
Te suplicamos también nos alcances del Señor,
Te suplicamos también nos alcances del Señor,
días de serenidad y de calma
para nuestra madre iglesia,
de ventura y prosperidad para nuestro país,
que los enfermos encuentren su remedio,
los culpables su perdón.
Que los justos perseveren,
que los infieles reciban,
con provecho de sus almas,
la luz del evangelio,
que los que abandonen este valle de lágrimas
descansen en el ósculo del Señor
descansen en el ósculo del Señor
y que las almas de los fieles difuntos
descansen en sempiterna paz.
Haz por último, glorioso mártir,
Haz por último, glorioso mártir,
que el Señor nos conceda la gracia
que por tu mediación pedimos en esta oración
(HACER CON FE TU PETICIÓN)
y que habiendo confesado a Jesucristo
(HACER CON FE TU PETICIÓN)
y que habiendo confesado a Jesucristo
aquí en la tierra, merezcamos,
con el auxilio de su gracia,
confesarlo entre los bienaventurados,
en medio de las dulzuras del cielo.
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